Turno 3

Truco o trato

El personal del hotel que había sobrevivido a la masacre de los últimos días, habían convenido reunirse en su terraza—bar. Necesitaban olvidar cuanto antes y que mejor manera de hacerlo que celebrar una fiesta, donde poder conversar y rendir homenaje a sus compañeros caídos en desgracia.

Aprovechando las fechas en que se encontraban, decidieron que lo oportuno era disfrazarse, y así lo hicieron.

En total eran 13, un número muy apropiado para una fiesta de Halloween. La fiesta ya había comenzado y allí estaban todos: Freddy Krugger, Drácula, Darth Vader, Darth Maul, Joker, Sauron, Alien, el agente Smith, Puzzle, Hannibal Lecter, Joker y por último Cersei Lannister. Todos estaban tan bien caracterizados que era imposible reconocerlos.

Solo faltaba uno. Y la gente estaba expectante por saber quién era el malvado que faltaba por sumarse a la fiesta. De repente, el ascensor de la terraza alertó que alguien subía. Todos se volvieron hacia el ascensor y allí apareció:

Si, era ella: Caperucita Roja.

Se quedo helada y se le cayó la cestita de mimbre al suelo.

—Me cago en tó lo que se menea —dijo Caperucita enfadada—. Podíais haberme avisado, ¡cabrones….!

Retrocedió, se montó de nuevo en el ascensor y se marchó.

Eh, se te ha caído esto —le dijo Puzzle mientras sujetaba un enorme cuchillo con la mano.

Mientras bajaba, podía escuchar las carcajadas que provenían de la planta superior. Ahora tendré que cambiarme de disfraz, joder –pensó—. Y rápido.


Por desgracia, la receta del Trollotopía había muerto junto con la accidentada desaparición de su creador. Sin embargo, el Cheff había preparado un mojito sensacional, a resultas de la cantidad de combinados que se habían servido.

Quizás por el exceso de alcohol, la gente empezó a desinhibirse y pronto empezaron las primeras risas y bromas.

¡¡¡Una cucaracha, una cucaracha!!! —gritaba Drácula, señalando a otro de los invitados.

Sauron se unió a la broma: ¡qué asco de bicho! ¡Písaaaalo! ¡Písaaaalo!

Soy Alien, ¡capullos! ¿Es que no habéis visto la película? —se defendía el repulsivo bicho.

El agente Smith, cuyo estado era el peor de todos, cogió un bote de Cucal y empezó a rociar a** Alien**. —Hay que acabar con la cuqui. Qué pensarán los clientes si ven una cucaracha por los pasillos. ¡Muere! —gritó mientras embadurnaba al extraterrestre hasta que acabó con el bote.

Alien empezó a toser. Al principio fueron unos pequeños estornudos, que pasaron a ser unos tremendos gritos de ahogo. Empezó a convulsionarse y cayó al suelo.

—¡Quitadle la máscara! ¿No veis que se está ahogando…? , ¡Insensatos! —gritaba Joker mientras acudía a socorrerle.

Con dificultad, consiguieron quitarle la parte superior del disfraz. Y así todos pudieron reconocer la identidad del desgraciado alienígena. Su cara estaba hinchada, empapada en sudor y en un momento tornó de rojo a azul.

El jefe de seguridad no podía respirar. A duras penas alcanzó a decir:

—Arghhh…cabrones….soy alérgico al insecticida….

Todos rodeaban a Cerandal, pero nadie se inmutó ni hizo el mínimo gesto por ayudarle.

¿Qué hemos hecho…? —Joker miraba a todos los presentes.

Y el pobre Cerandal murió.


Cersei Lannister se había marchado sigilosamente de la fiesta. Nadie notaría su ausencia y era la oportunidad perfecta.

Sacó una llave magnética y entró en la habitación. Echó un vistazo rápido y encontró lo que buscaba. Vació en el recipiente el contenido del bote que llevaba encima. Arregló la habitación, puso sábanas nuevas y, por último, llenó la cubitera de hielo hasta arriba.

Introdujo una botella de Dom Pérignon, encendió unas velas y se marchó.

Al cerrar la puerta, la nota que había dejado en la mesilla cayó al suelo.

“Antes muerta que sencilla”, podía leerse.


La fiesta de la terraza estaba llegando a su fin. Los empleados se habían ido retirando poco a poco, pero todavía quedaba un grupo en la barra, apurando las pocas existencias de alcohol que quedaban.

Darth Maul ejercía de improvisado barman. Preparó unos chupitos con los culos de los licores que quedaban. El color era horroroso, pero a nadie le importaba. Sería un último brindis.

Le ofreció el primer chupito a Hannibal Lecter. —¡Salud…!

De repente, Freddy Krugger le quitó el chupito a Hannibal y se lo ofreció nuevamente a Darth Maul. —Mejor así —le susurró.

La cara de Darth Maul se tornó preocupada. Miraba el chupito y empezó a sudar.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no te lo bebes? —preguntaba Freddy. —Venga, de un trago, ¡salud! —insistió.

Darth Maul cerró los ojos y se bebió el chupito de un trago, hasta la última gota.

—Mierda —pensó, y empezó a dar arcadas.

—¿Más alérgicos? —preguntó Puzzle acercándose a Darth Maul.

—¡Písaaaalo! Písaaaalo! —gritaba Sauron desde una esquina en un estado lamentable.

Darth Maul salió disparado hacia el ascensor y tras el Darth Vader.

Cuando por fin estaban solos, Darth Vader se retiró la capa y sacó una pastilla azul de uno de sus bolsillos.

—Tómate esto, pronto —le ordenó.

—Sabía que el plan era arriesgado, pero no me esperaba este final —respondió Darth Maul mientras comenzaba a ahogarse—. No me la puedo tragar, necesito beber algo para que pase la pastilla, ¡vamos a mi habitación…!

Al llegar a su habitación, Darth Maul se dirigió rápidamente al cuarto de baño. Bebió un poco de agua y al momento, comenzó a vomitar.

—¿Esperabas a alguien esta noche? —preguntó Darth Vader desde la otra habitación.

—No, ¿por qué lo preguntas? —respondió mientras se cepillaba los dientes.

—No, por nada, pero unas velas perfumadas, sábanas de seda y una botella de champagne enfriando….que quieres que te diga…

—No entiendo nada. Necesito refrescarme, que mal huelo —comentó Darth Maul saliendo del baño.

Abrió su Chanel nº 5 y se disponía a rociarse unas gotitas cuando, de manera inesperada, Darth Vader, le pegó un manotazo y el perfume se hizo pedazos, estrellado contra la pared.

—Pero ¿qué coño haces? ¿Sabes lo que vale este perfume? —dijo Darth Maul sorprendido.

—Sí, vale una vida. Mira —le respondió Darth Vader señalando a la pared.

Empezó a salir humo y todo el papel de la pared empezó a corroerse, allá donde el perfume había salpicado.

—Es la segunda vez que te salvo la vida esta noche. Espero que en el futuro, me lo tengas en cuenta —le dijo** Darth Vader**—. Por cierto, yo que tú no me bebía el champagne, por si acaso. Tiró a la papelera las copas de cristal de bohemia que había cogido para brindar y se marchó.

Ya en el pasillo, cogió la nota que había encontrado tirada en el suelo. La volvió a leer y pensó: —Por los pelos…


Caperucita había pasado toda la noche enfrente de su armario. No se decidía y tenía que encontrar un disfraz apropiado. Finalmente, se apretó las botas, se puso sus gafas de sol y salió de la habitación. Había perdido el cuchillo, pero ese era el menor de sus problemas en ese momento.

Avanzó por el pasillo, hasta que encontró la habitación que buscaba.

Cersei Lannister ya descansaba en su cama. Pensaba en la estrategia a seguir a partir de ahora. De repente, alguien llamó a la puerta.

—¿Quién es? —preguntó mientras se ataba su bata.

—¿Truco o trato? —dijo una voz angelical al otro lado de la puerta.

Cersei abrió la puerta y se quedó petrificada. Ante ella se mostraba una figura de casi dos metros, vestida todo de negro y con gafas de sol.

—Truco o trato… —dijo Cersei pensativa—. PERO ¿TU SABES QUÉ HORA ES? —le grito—. Ni truco ni trato ni leches, VETE A DORMIR ¡por Dios! —y se dispuso a cerrar la puerta.

La mano de Terminator se interpuso entre ambos.

Con voz grave y solemne le dijo: —Hola, vengo del futuro. Y he venido para…para….traerte esto….

Sacó de la cesta de mimbre un bote de Neutrex y empezó a golpear a la indefensa Cersei. No dejo de golpearla hasta que cayó casi inconsciente al suelo.

Cersei, ensangrentada, se arrastraba por la habitación, llegó a su mesilla de noche y cogió algo. Terminator la cogió nuevamente por las piernas y la volvió a arrastrar, se acercó a su cara y le susurro:

—Sayonara, baby… —y le golpeó por última vez.

La pobre víctima abrió la mano y dejo caer tres dados al suelo. Un seis, otro seis y un cinco. Cersei sonrió.

Aunque este fue su último golpe de suerte.

Ellaria había muerto.

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