Turno 0

Aquella mañana no faltaba nadie. Por extraño que pareciese, todo el personal había sido puntual. Sin duda, el anunciado regreso de Kvothe a la Isla, después de varios meses de ausencia, había causado una gran expectación. Todos, en mayor o menor medida, tenían algo que agradecer al Director, por lo que Kvothe era muy apreciado por la mayoría.

Sin embargo, la que apareció en la sala de juntas fue Sansalayne. Las ojeras eran visibles y se encontraba algo apesadumbrada.

—Buenos días a todos –comenzó. Se que todos vosotros esperabais que fuera Kvothe quien comenzara la reunión, pero al parecer ha habido algún problema…

—¿Qué ha ocurrido? ¿A que te refieres con “problema”? —interrumpió inquieto Antares.

—No lo sabemos con seguridad –respondió Sansalayne—. Hace dos días que el móvil de Kvothe está apagado o fuera de cobertura. Sabíamos que tenía que haber llegado ayer, procedente de Asshai, pero debido al mal tiempo, creemos que el ferry nunca llegó a salir del Puerto. La última vez que hablé con el, lo noté bastante nervioso, me dijo que tenía algo importante que anunciarnos y me instó para que convocara esta reunión.

—¡No es posible! –gritó de repente Sadsmile.

Todos se volvieron hacia el.

—No le ha podido pasar nada, todavía no. No, no puede ser, ¡maldita sea!

—¿Qué te ocurre Sadsmile? –le inquirió Asha.

—Nada, pasad de mí, son solo cosas mías —y se levantó para abandonar la sala.

—No tan rápido –le indicó Sansalayne—. La reunión no ha terminado. Todos estamos preocupados por la extraña desaparición de Kvothe, pero confiamos en que no haya pasado nada. Las baterías de los móviles se gastan y si ha habido cortes de luz con las tormentas, puede que no se haya podido comunicar con nosotros. En cualquier momento reanudaran el servicio de ferrys y lo veremos aparecer por la puerta, estoy segura.

Sansalayne cogió su documentación de la mesa y volvió a tomar la palabra:

—Aprovechando que estamos todo el personal, me gustaría comentaros algo importante. Sabéis que se acaba de aprobar una nueva reforma laboral. En nuestra empresa siempre hemos tomado las decisiones de manera consensuada, y así lo seguiremos haciendo, pero, estamos obligados a tener un representante sindical. Es un puro trámite, pero tenemos que elegirlo y pronto, así que….
¿algún voluntario?

Durante un minuto reinó el silencio.

—Venga chicos, tenemos como plazo tres días para enviar un nombre al Ministerio. Se que es algo pesado ser representante sindical, pero ya sabéis que en nuestro Resort nunca ha habido problemas de índole laboral. Además, por si alguno no lo sabe, el representante del comité de empresa tiene derecho a cinco días más de vacaciones y, por supuesto un pequeño extra salarial.

En ese momento todos se levantaron de sus asientos y gritaban al unísono: ¡Yo! ¡Yo!

—Vaya panda de necios —pensó Sansalayne.

—Está bien, está bien, haya paz —intervino Asha—. Parece claro que a todos nos interesa el puesto, así que, como hacemos en otros casos, ¿porque no votarlo?

—Me parece muy buena idea —respondió Tremal—. Imagino que yo también podré presentarme, ¿no?

—Si Tremal, tu formas parte de la plantilla, y como tal tienes derecho —respondió Sansalayne.

—Otra cosa es que alguien te vote —dijo Nod con tono malhumorado—. Si se presenta el “forraboinas” este, que no hace nada, yo también me presento, aunque solo sea para que no salga elegido.

—Muy bien —volvió a tomar la palabra Sansalayne—. Como veo que todos lo tenéis bastante claro, votemos pues. Podéis elegir a cualquier empleado del Resort, pero, por favor, establezcamos un par de reglas básicas: primera, nadie está obligado a votar, si alguien quiere abstenerse, no le presionéis, está en su derecho, y segundo, por favor, no os votéis a vosotros mismos, que esta muy feo.

—Sin más dilación, que comience la votación –apostilló Shagga.

—¿Quién es el primero en votar?, recordad que solo tenemos tres días – concluyó Sansalayne.

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